Toda obra de arte nace y se expande en permanente diálogo consigo misma, con el entorno y con el receptor. Al asumir mucha influencia del contexto externo y previo, toda obra de arte se debe a las anteriores y es muy difícil establecer su absoluta originalidad en todos los aspectos. Sófocles escribió Antígona basándose en un mito y todas las Antígonas que se reescribieron a posteriori se basaban en la del autor griego, pero también bebían una de otra y, en definitiva, del mismo mito originario que, quién sabe cuántas veces se reescribió y reimaginó hasta que llegó a Sófocles. Todos estamos subidos a hombros de gigantes. Teniendo esto en cuenta, ¿a cuál de las obras que tratan la vida de Antígona deberíamos considerar la obra original? Obviamente, a todas. Todas lo son y ninguna lo es. Esta contradicción aparente marca todo nuestro conocimiento sobre el arte en general, no obstante, es en el arte teatral donde se hace más patente.
Un espectáculo teatral existe solamente en el momento en el que se representa. Esto genera una necesidad imperiosa de adaptar el material literario existente al espectador contemporáneo, al lugar y a la época en la que se representa. Este hecho suma al autor del hipotexto y el posible adaptador, autor del hipertexto, a otro tipo de autor, aunque no reconocido oficialmente como tal: el director de escena.
Toda dirección escénica de una obra teatral es, en esencia, una adaptación. Aunque un director de escena no haya cambiado ni una sola coma del texto pero, por ejemplo, decide trasladar el lugar de la acción de una escena determinada que originariamente ocurría en el portal de un edificio al dormitorio de la protagonista, el director ya ha cambiado la escena sustancialmente. No da lo mismo decir “Te deseo” en un portal que en un dormitorio. Todos los directores adaptamos o versionamos inevitablemente, somos coautores por derecho de las obras que dirigimos. Porque, una vez representada, ninguna obra escrita es la misma. El teatro en sí es una adaptación contínua y perpetuada por mucha gente y solamente como tal puede y debe percibirse.